El promedio de evaluación de 67.39 obtenido por los candidatos judiciales refleja una realidad compleja en nuestro sistema de justicia.
Esta cifra, ubicada en el rango medio, sugiere que si bien existe una base de competencias aceptable entre los aspirantes, persiste un margen significativo para la mejora y excelencia.
La concentración en este punto medio podría indicar un conjunto de candidatos con formación similar o experiencias profesionales comparables, lo que plantea interrogantes sobre la diversidad de perspectivas en el futuro poder judicial. Asimismo, este valor promedio oculta potencialmente las diferencias cruciales entre candidatos excepcionales y aquellos apenas cualificados.
Para una democracia que aspira a la excelencia judicial, un promedio de 67.39 nos invita a reflexionar no solo sobre los estándares que aplicamos a quienes impartirán justicia, sino también sobre la necesidad de elevar continuamente el nivel de preparación, ética y compromiso de quienes aspiran a estas responsabilidades fundamentales para el Estado de derecho.
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